Protocolo de Myst

Era Selenítica

Leo'Ri

Protocolo de la Expedición a Myst

Era Selenítica

Después de haber tocado la pantalla del cohete, somos transferidos a un aparato gemelo, que descansa sobre un zócalo similar, pero en el mar. Parece que no se trata del mismo cohete, porque el teclado del órgano no funciona (las teclas no bajan), y las perillas de selección de sonido en el panel de control simplemente no están allí, y la palanca activadora no se mueve.
Por medio de un camino elevado, parecido al de la isla MYST, vamos a tierra.
Bueno, el nombre de Era "Selenítica" se queda casi corto. "Desastrosa" quedaría mejor.
Los caminos son simples senderos o huellas de arena o piedra, que se internan entre dunas, rocas y diversos puentes sin objetivo visible, salvo que hay que subir y bajar las escaleras. El sendero está frecuentemente delimitado por agua a ambos lados.

Inmediatamente después de dejar el camino elevado que conecta el cohete con tierra, vemos a mano derecha la entrada a un edificio, cuyo resto está cubierto por una duna. La puerta dorada (o, digamos, ¿de color ocre sucio?) está enmarcada en ladrillos rosas y grises. A la derecha de la puerta hay un altoparlante, un botón amarillo, y cinco reguladores lineales. Según su posición, producen sonidos diversos; el botón amarillo reproduce los cinco sonidos seleccionados. Es parecidísimo al artefacto en el cohete, funciona de forma similar, y el botón hace lo mismo que la palanca en el del cohete.
Los sonidos de los reguladores (desde arriba) son:
Viento que sopla — Membrana metálica — Silbato de tren — Crujidos e impactos — Crepitar radiofónico — Aullar hueco de viento — Olas de calor — Ruido y campanadas de reloj — Puerta metálica — Murmurar de agua.
Pero dado que no sabemos qué hacer con los diversos ruiditos (es decir, sí lo sabemos; seguramente, si seleccionamos los cinco ruidos correctos, y los marcamos en su secuencia correcta, se abrirá la puerta, es así como funcionan las cosas en MYST y sus Eras), seguimos por el sendero.

 

El camino se bifurca hacia la izquierda, serpenteando entre dunas y montículos. Se ven extraños puentes que no cruzan nada: Una escalera que sube, y otra que baja. Y otra vez lo mismo. Bueno, al menos, desde arriba se ve algo del paisaje, pero no es digno de mención. Súbitamente, llegamos a una tercer escalera, ésta con pasamanos y barandilla, que nos lleva a una plataforma elevada con una bonita fuente, en la cual el agua murmura de forma tan amena como sugestiva. El entorno es un hermoso y verde oasis, pese a que algunos árboles muestran follaje otoñal.
Encima de la fuente cuelga un aparato de metal negro, con una luz roja. A la izquierda hay una torre con una antena parabólica (moderna, esta Era...), y un soporte lateral, del cual cuelga el mencionado aparato negro. Sobre un banco a la izquierda hay una Hoja Azul; la cogemos, salvo que ya tengamos la Hoja Roja en la manita-cursor. Enfrente hay una consola con un botón rojo y una plaqueta con un símbolo de ondas y gotas cayendo, obviamente simboliza la fuente. El botón puede pulsarse (el símbolo se pone plateado) y volver a tirarse afuera (el símbolo en negro). Pero no tiene efecto ni en la fuente ni en el aparato que cuelga sobre ella. Dejamos el símbolo en color plateado, y volvemos, escalando y bajando esos misteriosos puentes, a la intersección del sendero.

A los pocos pasos, hay otra bifurcación, igualmente hacia la izquierda, pero este sendero lateral obviamente se aleja del anterior. Llegamos a una escalera y puente con barandilla, que cruza una fisura de origen volcánico, dado que en la profundidad hay lava en franco y audible estado de ebullición. ¡Hace un calor tremendo! Hay caños que suben desde la lava y se internan en la base del puente; obviamente para aprovechar el calor con fines energéticos. Hay una consola con botón rojo y un símbolo con rayos y ondas que sugiere calor en ascenso. Al pulsar el botón el símbolo se pone plateado. Lo dejamos así. En la parte superior de la consola hay una antena parabólica. De un brazo metálico cuelga un artefacto metálico con una luz roja (similar a lo que vimos encima de la fuente...) sobre la parte izquierda de la fisura; y la forma de suspensión ahora nos recuerda los micrófonos de los años 30. ¿Será que un micrófono controla la lava y transmite el sonido por medio de la antena?
A un costado vemos el Oasis, pero no hay camino directo allí. Camino de la intersección, y mirando hacia la izquierda, nos llama la atención una torre de comunicación, con no menos de cinco antenas parabólicas, ubicada en un islote.

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Bordeando la bahía

Volvemos al sendero "principal", y nos encontramos, a la derecha, con una torre reloj parcialmente en ruinas. Un péndulo se ha caído, y un engranaje está en en suelo, pero no logramos volver a armar lo roto. Sin embargo, el reloj está en marcha, si bien descontrolado. Se oye el ruido del mecanismo, que cambia y hace sonar una campana. Es una secuencia que se repite cada corto rato. Al lado de la torre reloj hay otra torre, ésta en buen estado, con antena parabólica y una consola con botón rojo y un símbolo de reloj, que hacemos cambiar a plateado. De un soporte cuelga un aparato metálico similar a los anteriores, sugestivamente cerca del reloj.

Seguimos explorando esta extraña Era. El sendero nos lleva por un terreno escarpado y bordeado de agua a ambos lados. Hay una derivación del sendero hacia la derecha, que nos lleva a una escalera de las ya conocidas, y que, en forma de dique, se interna en el mar, serpenteando entre monolitos tan multicolores como de formas surrealistas. Casi, casi, podrían ser de Miró. Se oye un silbido, que tanto puede ser de flauta como del viento. Supongamos, a falta de un flautista, que sea del viento. Al final del dique, que presenta algunos bonitos jarrones sin función excepto la meramente decorativa, hay una consola con el botón rojo y un símbolo de una torre (¿o uno de los monolitos?) en el agua. Al lado, una torre con la ya acostumbrada antena parabólica y el artefacto colgando, que ya suponemos (sin mayores pruebas, pero en base a su suspensión) ser un micrófono. Sobre la consola hay una Hoja Roja, que cogemos, salvo que nuestra manita-cursor ya esté ocupada con la Hoja Azul.
Dejamos el símbolo en color plateado, y volvemos a tierra comparativamente firme. De nuevo vemos la Torre de Comunicación, parece que se encuentra en una bahía circular bastante cerrada, bordeada por el sendero que recorremos.

Efectivamente, el sendero nos lleva en una amplia curva a lo largo de una estrecha península, hasta llegar a una más de esas escaleras, ésta también adornada con un jarrón en su plataforma superior. Desde aquí se ve muy bien la Torre de Comunicación, con un pozo a su lado, que parece tener una escalera que baja por él.
Volvemos la vista al mar abierto, y bajamos por una escalera hacia otro obvio pozo (similar al que vimos en el islote), con la ya clásica consola torre, antena parabólica y el micrófono(?) colgando justo encima del pozo. Hacia la izquierda, una escalera baja a amarre destruído. La consola muestra un símbolo que parece una tobera, de la cual sale aire hacia arriba. Ya de costumbre, pulsamos el botón rojo, y el símbolo se vuelve plateado.
¿Y ahora, qué? El sendero se ha terminado, sólo queda volver... o meternos de cabeza en el pozo, cosa que hacemos. Menos mal que junto al extremo inferior de la escalera hay una llave verde, que enciende la luz. Estamos en un extremo de un túnel.

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La Torre de Comunicaciones

A través del túnel llegamos al islote. También aquí hay una llave verde para encender o apagar la luz. Subimos por la escalera y dejamos el pozo, para encontrarnos delante de una torre, que tiene dos puertas de metal que se pueden abrirse con un notorio chirrido.
Detrás hay un panel de control que comprende:
- Un monitor con parlantes a ambos lados,
- dos teclas en forma de flecha derecha/izquierda,
- un indicador numérico de 4 dígitos, de los cuales uno queda a la derecha de la coma,
- 5 símbolos luminosos, son los mismos que hemos activado anteriormente. Pulsando una  tecla, ésta se ilumina.
- Una tecla con el símbolo "sigma" = suma.
Si se pulsa una tecla de símbolo, el sitio en cuestión aparece en el monitor, pero aún necesita de un ajuste fino con las teclas de flechas, al igual que el sonido, que se oye bien y sin interferencias justo cuando la imagen se ve centrada en el monitor. El indicador numérico marca los grados (de 0 a 359,9) que corresponden a la orientación de la cámara que alimenta el monitor.

Por medio de este sistema, exploramos el entorno, y cada vez que vemos uno de los sitios en los que hemos activado un símbolo, oímos el ruido característico de ese lugar, y en el indicador numérico vemos los grados que le corresponden:

Bosque de Rocas (silbido)
15.0
Reloj (mecánico)
55.6
Fisura (fuego)
130.3
Oasis (agua)
153.4
Muelle roto (aire)
212.2

Después de pulsar la tegla con el "sigma", los sonidos se reproducen en la siguiente secuencia:

1) Bosque de Rocas (silbido hueco)
2) Oasis (agua murmurando)
3) Muelle (aullar del viento)
4) Fisura (olas de calor)
5) Reloj (ruido de la marcha)

Tomamos buena nota de esta secuencia, y volvemos a través del túnel al muelle roto, y seguimos el sendero hasta ese enigmático edificio que vimos antes que todo lo otro.

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El Laberinto

Una vez ante la bonita y cerrada puerta dorada, marcamos en el aparatito los sonidos, pulsamos el botoncito... y la puerta se abre, abriendo el paso a una escalera que se interna en las profundidades de esta isla. Luego, la escalera desemboca en un corredor, que da un giro y nos lleva a un recinto con las paredes forradas con planchas metálicas, caños y tuberías a granel, olor a aceite de máquinas, y en el cual hay algo parecidísimo a un pequeño submarino o batiscafo, de color cobre. Una pasarela metálica da la vuelta alrededor del artefacto, y nos permite inspeccionarlo por todos los lados. Su forma no es ni aerodinámica ni hidrodinámica, ni dinámica para nada. Digamos que es un diseño que podría estar firmado por Picasso o Miró. En realidad, no es posible determinar su aplicación, porque, hélices no tiene, tampoco nada parecido a alas o a un timón. Ruedas o patines tampoco tiene. Sólo algunas lucecitas por aquí y por allá. En realidad, está colgado sobre un pozo al parecer profundísimo, pero no podemos ver si hay agua, lava o vacío cósmico en la profundidad. Se oye el armonioso pero tétrico ruido de grandes máquinas, y cada tanto una válvula de sobrepresión que deja escapar algo que esperamos no sea un gas nocivo.

Confiando en la permanente calidad y seguridad de funcionamiento de los artefactos mýsticos, pulsamos un sugestivo botón azul al lado de donde termina una corta escalinata, y la puerta de acceso al vehículo (del tipo que sea) se abre. Bueno, al menos hay un asiento para el conductor/timonel/capitán/piloto, y bastante espacio para las maletas que nos olvidamos en casa. La puerta de acceso se cerró automáticamente, pero del lado de adentro también hay un sugestivo botón azul, que probamos, por las dudas. En efecto, la puerta se abre.

Frente al asiento hay una ventana (bueno, digamos un ojo de buey...) y debajo una consola con diversos controles:
- a la izquierda, un altoparlante con un botón rojo,
- a la derecha, una brújula,
- en el medio, cuatro teclas:
 -  - arriba, verde = AVANCE;
 -  - dos en forma de flechas laterales, azules = GIRO DERECHA/IZQUIERDA;
 -  - abajo, roja = RETROCESO.
Las teclas activables están iluminadas (pero la diferencia no es muy grande...).

Con la puerta otra vez cerrada, pulsamos la tecla AVANCE. Y, tal como lo temíamos, el extraño vehículo baja por el pozo, pero se desplaza también en sentido lateral. Perdemos toda noción de orientación. Al fin, nuestro vehículo es depositado enérgicamente sobre unos rieles. No sabemos si ahora tenemos debajo un carro sobre el cual descansa el vehículo, o si ha desplegado ruedas ocultas. O si se desplaza por otros medios. Por si las moscas, probamos si funciona la tecla de RETROCESO. Y sí, nuestro vehículo de desplaza lateral, oblicua y verticalmente hasta volver al recinto en el cual estaba. Por si el viaje es largo, hacemos una escapada al oasis, para beber al menos un poco de agua fresca. Así, todo parece más fácil...


Vamos de nuevo a bordo, y miramos afuera. Los rieles se pierden en la oscuridad, en dirección al Norte, según la brújula. Pulsamos el botón rojo del parlante, y éste nos contesta con un melodioso sonido: PING. Lo pulsamos otra vez, con el mismo resultado. Pulsamos la tecla de giro a la izquierda, y una parte del riel, con el vehículo y todo, gira, hasta alinearse con otro riel que conduce a una puerta cerrada, con una luz roja encima. Repetimos la operación, y vemos que cada giro es de 45°, según lo acusa la brújula. Pulsamos cada vez el botón rojo del parlante, y éste nos contesta siempre con el mismo PING. ¿Acaso será una campanita para el conductor (que no hemos visto), de arrancar, o de parar, tal como se lo conoce de tranvías y autobuses que, aparte del encargado de dirigir el vehículo a través del tráfico, tiene un guarda, o billetero o "conductor" o cobrador en la parte trasera, y que dispone de un timbre eléctrico o campanilla mecánica para dar esas señales a quien hace andar el aparato? Pero no hay tal encargado, ni nada parecido...
Obviamente, estamos en un sistema distribuidor, en el cual el vehículo puede elegir entre ocho direcciones ... si éstas están habilitadas. Así, encontrando siempre una puerta cerrada con luz roja, volvemos a la posición inicial, mirando al Norte. Ya hemos probado todo, sólo queda meterse en la oscuridad del túnel que tenemos delante.

Pulsamos la tecla AVANCE.
El vehículo se pone en marcha, iluminando un corto trecho por delante, avanzando con creciente velocidad, según apreciamos óptica y acústicamente. Parece, por el ruido, que se trata de un sistema de propulsión eléctrico. El riel parece estar sobre una fila de soportes, que sobresalen a ambos lados, de modo que el riel mismo no toca el suelo... si es que hay uno. En lo que respecta al paisaje, se trata de un túnel, oscuro por naturaleza.
Recorremos así un aparentemente corto trecho, y entramos en un nuevo distribuidor. La brújula sigue indicando el Norte, pero el botón rojo del parlante esta vez hace oír un ruido parecido a PING-CHIRP. De hecho, el riel que vemos delante tiene una luz roja. Esta vez giramos, y giramos, y giramos... siempe luces rojas. Ya casi al final, con la brújula mostrando NW, aparece un túnel abierto y sin luz roja. Pues, a falta de otra opción, ¡allá vamos!

Así avanzamos varios trechos en diversas direcciones, a veces en línea recta, otra vez incluyendo pronunciadas curvas. Y hay distribuidores que son terminales, es decir que sólo tienen un túnel abierto, y es el cual por el que hemos venido. De modo que sólo queda volver atrás. Y, habiendo anotado siempre todo, nos damos cuenta que el botoncito rojo del parlante efectivamente sirve para dar señales al conductor/timonel/capitán/piloto: el sonido indica la dirección a seguir. Tratamos de imitar los sonidos oídos:
Y así resulta el siguiente plano de los túneles y de sus distribuidores:
          

Ping
N
Tsoing
E
Clonc
S
Chirp
W
Clonc-Chirp
SW
Ping-Chirp
NW
Chapachap ??

Así recorremos lo que en la vida real serían muchos kilómetros, que evidentemente nos llevan mucho más allá que el mero subsuelo de la Era Selenítica en sí. ¿Quién sabe? ¿Quizás los muchos ramales secundarios, aún no terminados en toda su extensión, sirvan para llevarnos a otras Eras, conocidas o no? Pero es una conjetura, nada más, dado que en ninguno de esos distribuidores es posible abrir la puerta.

Finalmente, el túnel cambia de aspecto, y tiene luminosos arcos que entendemos como de bienvenida. Y, efectivamente, nuestro vehículo se para en un riel que, si bien sigue adelante, ya no es posible recorrer, porque la tecla de AVANCE queda desactivada, lo mismo que las dos flechas. Recojemos nuestros crujientes huesos del nada anatómico asiento de conductor/timonel/capitán/piloto, y probamos suerte con el botoncito azul, que hasta ahora se negaba a abrir la puerta. Y, ¡sí!, ahora se abre la puerta, frente a una escalerita que nos permite bajar cómodamente a un recinto diferente pero instalado en el mismo estilo que aquel en el cual iniciamos este memorable viaje: paredes forradas con planchas metálicas, caños y tuberías a granel, olor a aceite de máquinas, y, en un reborde de un grueso caño, un Libro Nexo a MYST, que nos deposita en la Biblioteca.
 

 

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