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Leo'Ri |
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Publicado:
#1
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![]() Gran Maestro Cofrade Grupo: Miembro Mensajes: 1113 Registrado: 13-Jun 02 Desde: Tomahna - Cádiz Miembro nº: 66 Cofradía: Investigadores ![]() |
Según nos cuenta la pequeña Edanna MacAran, alumna de 4º año en la Casa Slytherin, hay mucho aún desconocido en este Colegio, detalles "tradicionales" por causas olvidadas hace siglos.
Pero Edanna (sangre de investigadora que tiene) estuvo hurgando en viejísimos pergamentos, algunos tan frágiles que antes había que fijarlos con una lámina adhesiva transparente para que no se deshicieran. Desde luego, algunos de estos pergamentos estaban en cajones olvidados en la Sección Restringida de la Biblioteca. Pero Harry es un buen muchacho y tuvo la amabilidad ![]() Entre otras cosas, Edanna descubrió los siguientes detalles: - El porqué del Lema de Hogwarts: "Nunca hagas cosquillas a un dragón dormido". ![]() - La razón por la cual los primerizos llegan al Castillo en bote - y de a 4 por bote. ![]() ![]() ![]() ![]() - El origen de esas escaleras movedizas. - Por qué el emblema de la Casa Ravenclaw (="Garra de cuervo") es un águila. ![]() - Historia y detalle de la ejecución de Nick Semi-Decapitado. ![]() - Motivo por el cual el Barón Sangriento se llama así. ![]() ... y otras cosillas ... Iré posteando aquí esos relatos, en la medida en que Edanna los dé a conocer en detalle. ![]() -------------------- ![]() |
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Leo'Ri |
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Publicado:
#2
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![]() Gran Maestro Cofrade Grupo: Miembro Mensajes: 1113 Registrado: 13-Jun 02 Desde: Tomahna - Cádiz Miembro nº: 66 Cofradía: Investigadores ![]() |
Todos conocemos a Nick-Semi-Decapitado, el simpático fantasma de la Casa Griffindor, permanente e infructuosamente tratando que otros fantasmas le permitan unirse a sus deportes descabezados. Ésta es la historia de su extraña suerte, que ayer, ya bastante anochecido el día, nos la trajo una lechuza
![]() La historia de Sir Nicholas y la Princesa Elaine de Edanna MacAran, 5° año, Slytherin Sir Nicholas de Mimsy-Porpington era un joven noble y muy guapo. Rizos castaños enmarcaban una cara risueña, sus ojos azules brillaban "como zafiros" — así suspiraban en secreto las nobles damas — y sus finas, blancas manos tañían el laúd con tanta destreza, que podía hacer que las cuerdas lloraran las penas o celebraran los júbilos. La conversación de Sir Nicholas era amena, y nunca escabrosa, y su estilo en los bailes era inigualable en su expresividad. Un halcón que se posara en su puño se convertía en dócil paloma, los perros se desvivían en hacerle fiestas, y con ligereza sabía apaciguar a los corceles más fogosos e indomables. Ante tales virtudes, no era de extrañar que también los nobles caballeros le apreciaban con suma estima. Ante tanto aprecio, ¿qué importaba que era el quinto hijo de padres de una familia de nobleza apenas mediana? ¿Qué importaba el hecho de que no heredaría ni título ni fortuna? Toda la aristocracia estaba de acuerdo en que se casaría con una noble y rica doncella, para residir en el pequeño castillo que el rey le había otorgado como feudo, en reconocimiento por haber arriesgado su vida al proteger al rey del ataque de un jabalí, que ya había hecho caer el caballo del monarca. Pero el destino quiso que las cosas fueron un poco más complicadas. Es que se dió que la hija del rey, la bellísima y adorable Elaine, había llegado a la corte real, volviendo del monasterio en el cual había sido educada tal como lo que corresponde a una princesa. Ahora, la princesa estaba en edad de contraer un matrimonio acorde a su posición. Y sucedió que Elaine y Sir Nicolas se enamoraron perdidamente entre sí, desde el primer momento en que se vieron. Así lo quiso el destino, pero sin preocuparse mayormente por las consecuencias. Porque, si bien el rey apreciaba en alto grado a Sir Nicholas de Mimsy (como solía ser nombrado en la corte), y la reina estaba decididamente encantada de él, — pues como yerno no se lo podían imaginar. Estaba claro que Elaine había de contraer matrimonio con un príncipe, para que el reino pudiera ampliarse y fortalecerse de manera adecuada. Sir Nicholas y la princesa estaban desesperados. Y así fue que concibieron un osado plan, con el cual pudieran forzar un matrimonio entre ellos... Una cierta noche, la princesa se retiró temprano a su aposento, dado que, como decía, se encontraba un poco indispuesta. Pero, una vez sola, no se acostó, sino que se vistió con un simple manto oscuro, ocultó su bonita cara bajo un tupido velo, y dejó el palacio real por una puerta casi secreta. Y allí la esperaba Sir Nicholas con dos veloces corceles. Así fué que huyeron en dirección a la frontera. Pero, lamentablemente, la desaparición de la princesa fué descubierta demasiado pronto, porque su ama, algo preocupada por la indisposición, fue al verla, encontrando la alcoba vacía. Los cazadores reales y sus sabuesos persiguieron a los amantes, alcanzándolos justo antes de la frontera, y los trajeron en cadenas de vuelta al palacio real, siendo blanco de burlas y humillaciones durante todo el trayecto. »¡Así me correspondéis mi generosidad!« bramó el rey. »Mi hija, ¡has cubierto de deshonra a tu madre, a tu padre y a ti misma! Sir Nicholas, os hemos dado nuestra confianza, ¡y así respondéis a nuestra magnanimidad! ¡Habéis deshonrado a nuestra hija! Sabéis cuál es el castigo para una tan grande ofensa contra vuestro rey. Al amanecer, ¡seréis decapitado! Y tú, desdichada hija mía, ¡volverás al monasterio para aprender humildad y pedir perdón por tus pecados!« Elaine se echó ante los pies de su padre, sollozando: »Padre, querido padre, os suplico, ¡no hemos hecho nada malo! Sir Nicholas quería desposarme con todos los honores, ¡jamás ha hecho más que besar mi mano y tenerme el estribo! Por favor, ¡no podéis hacer que sea decapitado!« »¡Ah! Sólo besar tu mano y tenerte el estribo en tu blasfémica huída. Pues bien, si sólo te ha casi deshonrado, ¡no será decapitado! ¡Sólo casi!« Sir Nicholas había permanecido silencioso, con la cabeza baja. Pero ahora se dirigió a la desesperada princesa y le habló así: »¡No temas nada, amada mía! La muerte no es amenaza para mí, ¡comparada con una vida sin ti! Si no en esta vida, podremos ser felices en la otra.« Al amanecer, el verdugo cumplió la sentencia tal como había sido dictada. Era una misión difícil, pero la cumplió a plena satisfacción del rey. Así sucedió en la mañana del día 31 de octubre de 1492. Y no sólo las aristocráticas damas lloraron la desgracia del guapo y risueño Sir Nicholas, que fue en vida tan noble y amable, y ante la muerte tan valeroso. (Relato valorado con 250 puntos para la Casa e ingresado en la Biblioteca.) -------------------- ![]() |
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Versión Ligera (Lo-Fi) | Time is now: 2 May 2025 - 05:21 |
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