Una isla rocosa, aislada en el mar, podría
ser un gigantesco árbol. Parece tener un clima agradable, casi
tropical; se distingue por una cantidad de plantas con unas características
muy peculiares. Además, hay pájaros (por lo menos uno
y su cría) y ratones crestados (al menos, uno). Pero de esto,
hablaremos después.
Arribamos en una plataforma sobre un acantilado. Vemos una maraña
de raíces, y junto a ella una orquídea
óptica roja, con la cual podemos ver un Libro Nexo en el interior
de la maraña, pero no lo podemos tocar.
En los alrededores vemos otra orquídea óptica roja más,
y dos extraños árboles muy esbeltos y altos,
con hojas que lo circundan en espiral. En las paredes crecen musgos,
frutos rojos y flores luminosas. Un sendero nos conduce al interior
y abajo, hacia uno de esos árboles en espiral. Nos paramos sobre
la espiral de hojas y ramas, y somos transportados hacia arriba,
como en una escalera mecánica en caracol.
Llegamos a la segunda orquídea óptica
roja, que nos permite mirar de cerca el nido de un
gran pájaro, que recién ha llegado, y que da de comer
a su cría, que pía lamentosamente. El árbol escalérico
termina arriba en una cresta con unos tentáculos y flores; uno
de los tentáculos, muy largo, baja hasta un recipiente
con agua.
Por un agujero hacia afuera pasamos a un sendero y por una rama chata
que hace las veces de puente. Vemos al pájaro alejarse.
Hay un segundo árbol escalérico, pero
sus ramas y hojas están plegadas; su tentáculo largo también
termina en un recipiente, pero éste está vacío.
Encima del recipiente hay un globo que, si lo tocamos, gorgotea; está
lleno de agua. Encima de él, en la pared, hay
una mancha negra, como quemada.
Seguimos subiendo por las ramas, y llegamos a una palmera
de abanico, y a un girasol lenguado. Si tiramos de
la lengua, se abre, y podemos ver todo de cerca, si bien con tinte amarillento.
Vamos a la palmera, que tiene un llamativo tubérculo en el pie.
Lo tocamos, y las ramas se mueven hacia arriba, descubriendo un Libro
Nexo a J'nanin. El Libro funciona, pero no puede ser
éste el motivo de nuestro viaje a Edanna. Su
objetivo será más bien poder volver para ir a buscar cosas
olvidadas.
Al darnos vuelta, vemos que el girasol está ahora en pleno sol.
Volvemos a abrirlo, y vemos un punto luminoso, en el cual se concentra
la luz del sol, y reconocemos la causa de la mancha quemada: es la luz
que se concentra en ella. Dirigimos el haz de luz hacia
el globo con agua, ésta empieza a hervir, y
el globo revienta, llenando el recipiente de agua.
El segundo árbol escalérico chupa agua
y abre sus ramas, listo para funcionar.
Nos subimos a la espiral, y el árbol nos lleva abajo, unos
dos pisos. Un angosto sendero nos lleva a un recipiente con agua, en
el cual hay una raya cefalópoda, capaz de descargar
electricidad.
El sendero nos lleva más al interior de la isla; aquí
hay flores luminosas azules, y una planta con extrañas uñas
y una flor entre ella. Tocamos la flor, y ésta se hincha con
agua. Súbitamente irrumpe la raya cefalópoda
eléctrica, y el agua se ilumina.
Seguimos por el sendero, que ahora está iluminado de amarillo;
a la entrada, a la izquierda, encontramos hojas del Diario de
Saavedro, que incluímos en su lugar correspondiente.
Nos acercamos a un puente, en el cual crecen las frutas que se hinchan
tanto al gorgeo de un ratón crestado. Súbitamente, oímos
los gritos y un fuerte aletear del pájaro, pero no vemos nada.
Cruzamos el puente; el sendero nos lleva a una plataforma, en la cual
crece una planta con una hoja muy larga, pero enrollada. Forma parte
de esta planta una fruta lumínica, que se abre al tocarla; ahora
da mucha luz, y la hoja se desenrolla, formando una escalera que podemos
pisar, pero que termina en el vacío.
Sobre nuestra cabeza cuelga una percha azul; la tocamos
y baja de modo que podamos montarnos en ella. Así hacemos, apuntamos
al otro lado del puente, y fracasamos, dado que la percha da contra
el puente. Si nos lanzamos hacia el otro lado, saltamos a una plataforma
con una lámpara, y un
dispositivo
con polea y freno. La polea sube una jaula,
y el freno tiene una cuerda que permite dispararlo a distancia. Subimos
la jaula, agitamos una planta con nueces rosadas, y una de éstas
cae. La única salida de esta plataforma es deslizarnos por una
pendiente (pobres pantalones...), y podemos volver a la planta de hoja
larga, donde estábamos antes. Desde aquí se puede alcanzar
un mango que libra la jaula. Sale un ratón crestado, y come la
nuez, gorjeando feliz. Disparamos el freno, la jaula cae y encierra
el ratón crestado, que chilla enfurecido, y luego gorjea lastimosamente.
Pero este gorjear no tiene efecto en las frutas del puente. Volvemos
a usar la percha, levantamos la jaula, y dejamos escapar al pobrecito
ratón.
Pero la nuez puede moverse por una canaleta, entre dos huecos. Movemos
la nuez al otro punto, y nos vamos. Vuelve a salir el ratón crestado,
y come la nuez, gorjeando. Dejamos caer otra vez la jaula, y esta vez
el ratón se escapa en dirección al puente, donde se para,
mira atrás, y gorjea asustado. Debido a ésto,
las flores del puente se hinchan, reventando la madera
del puente, cuyos trozos caen al vacío. El ratón se salva
a sí y a su nuez con un salto.
Ahora, sin el obstáculo del puente, podemos lanzarnos con la
percha, y alcanzar un sendero que no era accesible de otra manera.
Este sendero nos conduce hacia abajo. Oímos gritar al pájaro,
y lo encontramos atrapado en una gran flor, evidentemente carnívora,
de forma parecida a la que vimos en el laboratorio
de la Gran Torre en J'nanin. No podemos acceder a la
planta, pero al menos recordamos que esa planta se
abría
al recibir un impulso eléctrico. ¡Y aquí
hay plantas con electricidad! El problema es ahora hacer que ésta
llegue a la flor carnívora, cuyas raíces se extienden
hacia abajo.
Seguimos el sendero hacia abajo, y encontramos una pintura en la pared:
muestra a Sirrus y Achenar, que enseñan
Libros Nexo a un grupo de paisanos. Delante del cuadro hay un globo
de agua. Lo tocamos, y éste se hincha, hasta que aparece
la raya cefalópoda en su interior, que se ilumina.
Seguimos descendiendo. El sendero termina frente a un recipiente vacío,
hasta el cual llegan las raíces de la planta carnívora.
Sobre el recipiente hay otro globo de agua, vacío. Lo tocamos;
se llena con agua, raya cefalópoda, y luz. Ahora, tenemos que
tratar de hacerlo reventar...
El sendero nos lleva a un aparato visor. Apretamos un botón,
y aparece la imagen de Saavedro, diciendo:
»¡Veinte años, Atrus! ¡Veinte años
de soledad! Me ataron a un poste. Quemaron sus Libros-Vínculo
de Myst frente a mí. Se llevaron todo lo que tenía. ¡A
mi esposa! ¡A mis dos dulces niñas! Y después, cuando
por fin conseguí volver a Narayan,... y ví... y ví...
¡preferiría haberme muerto!«
Detrás del visor vemos un girasol enfocador que está
bien orientado hacia el globo de agua, pero vemos que no tiene bastante
luz. Detrás de éste hay una flor blancuzca, con un centro
reflector. La orientamos hacia el girasol enfocador.
Seguimos hasta llegar a un abismo con una planta de hoja larga aún
enrollada. Volvemos atrás, hasta el cuadro. Aquí se bifurca
el sendero; tomamos la otra dirección, hasta encontrar un grupo
de tres flores reflectoras. Con la segunda de estas flores, enfocamos
un rayo de luz en la planta de hoja larga, que ahora
se desenrolla. Pasamos por ella, y seguimos por un tronco hueco, con
hongos luminosos.
Volvemos por el tronco hueco, hasta las tres flores reflectoras. La
primera no es ajustable. Ajustamos la tercera hacia la primera, y ésta
deriva el haz de luz a la que está un poco más arriba,
detrás del girasol enfocador.
Al fin, la luz llega con suficiente intensidad al globo de agua, que
revienta, vaciando agua y raya cefalópoda eléctrica
en el recipiente. Descargas eléctricas surcan
el agua, suben por las raíces, la flor carnívora se abre,
y el pájaro grita y vuela hacia su libertad
y su nido.
Como no encontrábamos
otro sendero, volvemos a ajustar la tercer flor reflectora hacia la
segunda para poder cruzar el abismo. Seguimos la rama hueca hacia arriba,
hasta donde entrelaza con otra rama hueca. Aquí crecen setas
luminosas, y por la derecha se abre la segunda rama como una trompeta.
Tenemos que trepar hacia arriba. Nuestro esfuerzo se ve bien recompensado
al encontrar la Hoja n° 2 del Diario de Saavedro,
que incluímos en su lugar.
Al salir del tronco, vemos enfrente el mar, a la derecha una flor
reflectora, y por la mitad sigue el sendero hacia una percha. En esa
bajamos todavía más, y llegamos a un nivel inferior. Ahora,
podemos seguir dos senderos: el primero sigue más o menos recto
y un poco hacia arriba, el otro tira a la izquierda y hacia abajo.
El primer sendero nos lleva hacia una hoja grande de color anaranjado,
que nos sube a la rama de la percha. Después, se baja otra vez.
Bajamos una vez más con la percha.
Así que hay que seguir el otro sendero. Podemos bajar una rama
enorme, gris, con mucho musgo.
Seguimos por la rama musgosa. Enfrente vemos un gran bejín
azul, que está cerrado. La rama se
tuerce
mucho. Por fin, llegamos a una flor reflectora, que
podemos enfocar en el bejín azul.
Al dar con la luz, encima del bejín se levantan dos pequeñas
antenas. Volvemos por la rama.
La rama pasa entre dos troncos altos. A la derecha, crece una palmera.
A la izquierda, en las ramas, se ven muchas setas tiernas, casi transparentes,
de un azul pálido, que parecen chupones. Aquí podemos
cruzar a otra rama. Vemos un gran bejín azul, que está
abierto. Encima de él danzan insectos en el
aire.
Por la derecha, pasamos entre plantas colgantes con florcitas blancas.
Llegamos a una palmera de abanico y la abrimos. Ahora, el bejín
está a oscuras, y se cierra. Las antenas están inclinadas,
y los insectos ahora danzan alrededor de ellas.
Seguimos por la otra dirección. Pasamos justo al segundo bejín,
la rama le da la vuelta y baja hacia otro tronco hueco, azul. Aquí
crecen pequeños bejines rojos. Al tocarlos,
echan esporas al aire. Los hay también, algo
más grandes, cerca del gran bejín azul. Podemos acercarnos
a ellos y hacerles echar esporas, ¡cosa necesaria!
Entramos en el tronco azul. Está muy bonito por adentro, iridescente
en azul y verde. Ya veremos cómo queda nuestra ropa. Seguimos
por el tronco azul, y aquí encontramos otra vez hojas del Diario
de Saavedro (n° 6.5.1), que incluímos en su lugar.
El tronco dobla hacia abajo y termina en un hueco redondo. En la mitad,
hay una especie de embudo. Nos metemos adentro, y tenemos que trepar
hacia arriba. Estamos en el interior de un gran bejín azul, en
un armazón de ramas. A través de su apertura superior
(si no está bien abierta, hay que salir y hacer echar esporas
a los bejines de afuera), vemos las antenas relucientes, los insectos
danzan alrededor. El armazón tiene una corona con frutos de color
violeta. Vemos un gran pedúnculo, y lo tiramos. El bejín
echa esporas al aire, muy ruidoso.
Viene el pájaro, coge la corona con los frutos y el armazón,
y nos lleva vía aérea hacia arriba, a
su nido. Aletea y grita; la cría pía
como siempre.
Podemos salir por el lado izquierdo del nido. Resbalamos hacia abajo
y entramos en el entramado de raíces, donde se guarda el otro
Libro Nexo a J'nanin. Recibimos una hoja con un símbolo
(un trébol con hojas puntiagudas, y un tallo larguísimo),
y volvemos a J'nanin.
De vuelta a J'nanin, ponemos la hoja en el epidiascopio,
que vuelve a darnos el mismo mensaje que después de la vuelta
de Amateria.
Pero al poner la segunda hoja, la jaula se abre, y Saavedro
reaparece.
»¿Es lo que esperabas, Atrus? ¿Cómo
me seguiste con la esperanza de reclamar Releeshahn? ¿Es esta
clase lo que esperabas encontrar? Leí tu diario. ¿sabes?
En Tomahna. Después de encontrar tus libros de vínculo
fuera de este observatorio. Leí todo acerca de los D'ni, y como
reiniciásteis su mundo. ¿De verdad puedes hacer eso, Atrus?
Después de todo lo que ha pasado en Narayan, ¿podrías
empezar este mundo otra vez? Yo no lo creo. Hay demasiada sangre en
las manos, demasiados fantasmas. Dudo que puedas cambiar eso con un
golpe de pluma. Un símbolo más, Atrus. Narayan te espera.«