Protocolo de Riven

TAY

Leo'Ri

Las Islas

Tay, la Era Rebelde

  Tras acabar de resolver el enigma de los animales y ser transportados por el Libro con el dispositivo de cristal, abrimos los ojos. Se ve un lago rodeado de altas cumbres, con una isla en el medio; las rocas parecen muy oscuras. Pero eso puede ser a causa de la hora del día, parece haber una diferencia de tiempo respecto de Riven. Hay nubes en el cielo.

  En la isla hay un enorme árbol, cuya copa esférica acusa reflejos dorados. Por la parte superior sale humo. Pues... o se está quemando, o está habitado. Bastante grande es. A orillas del lago hay un poblado con casas redondas; hay botes en la orilla.

  Grillos cantan, el viento susurra. Grandes pájaros vuelan alrededor del Gran Árbol. Estamos en la orilla del lago, enfrente de una abertura en el pie del Árbol.

  Detrás nuestro hay un puente levadizo de madera, que permite el acceso a una caverna. Entramos; es redonda. Enfrente de la entrada hay una figura de madera, que tiene en manos una bandeja con un Libro y un cristal. La figura misma no es precisamente un dechado de belleza; tiene ojos amarillos, una nariz espectacularmente larga, y en todo su perímetro tiene clavadas dagas del modelo "rebelde", que forman casi un aura en su derredor.

  Encima de la figura está la única luz de la caverna.

  No tenemos tiempo para observar más, porque un guerrero negro y un hombre vestido de lino (parece ser el "prisionero" de la cárcel en SECUNDA) irrumpen, y obviamente que el guerrero nos tiró dardos envenenados; aún tiene una cerbatana en la mano. El otro hombre le habla, excitado, y gesticula. Pero no nos enteramos de nada, porque la oscuridad nos acoge con su silencioso olvido.

  Al cabo de una eternidad probablemente corta, notamos que estamos en un bote, que el guerrero negro rema hacia la isla con el Gran Árbol. El ex prisionero muestra hacia el árbol y dice un montón de cosas que no entendemos. Felizmente, volvemos a la inconsciencia.

  Nos despertamos en una cámara de roca, con bancos integrados. En una bandeja hay un cuenco, pero ¡está vacío! ¡Y eso que todo el mundo sabe que después de ese tipo de inyecciones uno se despierta con una enorme sed! Una lámpara en la pared da una tenue luz. Por una ventana ovalada podemos ver el lago; es evidente que estamos a una cierta altura. Del otro lado de la celda hay una maciza puerta, pero tiene una abertura, a través de la cual se ve que estamos en el interior del Gran Árbol: todo un pueblo de casas redonditas asentadas sobre troncos y fuertes ramas. Entre las casas hay senderos pavimentados (pero no sabemos con qué); y hay puentes colgantes que salvan distancias mayores.

  Es de noche, y la luz que se cuela a través de las ventanas ilumina un ambiente (bueno, para paisaje le falta la lejanía) acogedor, tranquilo, ameno, casi podría compararse con el Hobbiton de Bilbo Bolsón. Se ven personas caminando dentro de las casas, y también por los senderos. Un sereno con su obligada linterna hace la ronda. Se oyen trozos de conversaciones, una criatura llora, otra ríe, un perro ladra, los grillos cantan.

  La puerta de la celda se abre, entra una mujer guapa, con largas trenzas negras, vestida con una hermosa túnica y pantalones acorde. Lleva un bonito adorno de plata y un gorrito bordado con monedas o algo parecido. Nos habla amablemente, pero la única palabra que entendemos es "Catherine". Cuidadosamente, se mantiene a distancia prudencial de "esos prisioneros", y deja dos libros en la mesada, que podemos coger.

   Uno de los libros es un volumen rojo, fino, con ornamentos negros impresos en la tapa. Es el Diario de Caterine. Dentro encontramos una carta dirigida a nosotros:

 
 

  Os escribo desde mi encierro ... Nelah os devuelve el Libro que los Moitiés (la Mitad Negra) interceptaron a vuestra llegada. De lo que dijeron deduzco que Atrus lo escribió para un propósito determinado.

  Gehn querrá usarlo, pese a que quizás sospeche.

  Si puedes encontrar mi encierro, aún necesitarás el código que Gehn guarda en su despacho, para liberarme.

  Entonces podremos avisar a Atrus. Creo que ya sé cómo lo haremos. Pero no le mandéis una señal antes de que yo esté libre.

 

Caterine

 
 

  Tras la carta, leemos con atención el Diario de Catherine.

  Bueno, bueno, parece que Catherine estuvo trabajando de lo lindo. Y respecto de los "delincuentes" que Gehn tiró a la Fisura, podríamos contarle a Catherine una bonita historia de una amiga común, Karoh, que relata en "SeaBold" su propia experiencia al respecto. Desde luego, nadie murió en la Fisura, sino que la mayoría fue a caer "como desde pocos metros de altura" en el mar, frente a la isla de SeaBold. Pero eso es otra historia. (Más información sobre SeaBold en el foro de esD'ni)

  El segundo Libro es más grande y grueso, encuadernado en verde, y presenta el símbolo de Riven y un escudo redondo, filigrano. Lo abrimos y vemos la sala en D'ni, en la cual Atrus nos hizo meternos en esta historia. Evidentemente, es el Libro-Prisión que nosotros mismos trajimos a Riven, pero tuvimos tan poca oportunidad de mirarlo. De todos modos, es nuestra arma contra Gehn, y lo guerdamos cuidadosamente en nuestro bolsillo.

  La guapa mujer vuelve a la celda, y nos habla en tono cordial y suave, pero igualmente insistente. Ahora también parece tener menos miedo. Menciona a Catherine varias veces. Pone un Libro abierto en la mesada, con un cristal sobre la imagen del portal —se ve la Sala de los Rebeldes— es nuestro pasaje de vuelta a SECUNDA, desde donde podemos seguir investigando...

 

Ordenando las Ideas: SECUNDA y El Enigma de los Colores y las Islas

  Estamos de nuevo en SECUNDA. ¿Qué nos queda por investigar, indagar o informar? Por razones de eminente comodidad, vamos a la escuela, y tenemos la suerte de que el sublacustre aún está en la parada del muelle, lo que nos ahorra tener que dar toda una vuelta a la isla.

  Parece ser que el problema más importante para ser resuelto es la activación de los Libros en las rotosferas (alias domos o cúpulas). Del Diario de Gehn deducimos que tenemos que activar el aparato ubicado en la hendidura de la Gran Cúpula, en PRIMA. Allí hay un dispositivo que representa las cinco islas, y hay seis obvias canicas de fuego, de distintos colores, que con toda seguridad deben ser colocadas en los huecos correspondientes a las ubicaciones de las rotosferas.

  Veamos, pues, los datos que tenemos:

  1°) En QUARTA pudimos determinar la ubicación exacta de las rotosferas; en el modelo holográfico se aprecian muy bien sus formas. Es decir, en TERTIA, ese artefacto está en una caverna... pero hay un orificio de ventilación, y éste ¡sí que se ve! Está claro, pues, dónde han de ser insertadas los canicas de fuego.

  Lo que no sabemos es el color de las canicas a ser puestas dónde. Si bien el saber en cuales de los 625 huecos hay que poner mármoles simplifica enormemente las cosas, aún quedan 720 posibilidades para combinar los colores...

  2°) Del Diario de Gehn sabemos que él asigna 6 símbolos circulares a los 6 colores, símbolos que vemos en las rotosferas.

  3°) Conocemos los símbolos correspondientes a cada unidad, excepto la de QUINTA, adonde hasta ahora no pudimos llegar. Además, hay una canica de fuego que debe sobrar, dado que hay sólo cinco rotosferas.

  4°) En QUARTA hemos podido asignar colores (los de las luces submarinas) a ciertos símbolos:

rojonaranjaamarilloverdeazul¿violeta?

  Parece ser, pues, que el color violeta es el del sexto símbolo.

  Podemos asignar con seguridad los siguientes colores:

  • PRIMA: verde;
  • SECUNDA: rojo;
  • TERTIA: violeta;
  • QUARTA: naranja.

  Queda la incógnita del color correspondiente a QUINTA, pero hay sólo dos colores posibles: amarillo o azul. Es decir, de la originalmente millonaria cantidad de posibilidades, hemos llegado a dos. Es una cantidad que puede ser probada.

    Con estos conocimientos, vamos a PRIMA, y nos internamos en la hendidura de la Gran Cúpula. Colocamos las canicas de fuego de acuerdo a este esquema:

  De momento, no pasa nada. En la entrada, a mitad de camino, hay un interruptor. Bajamos la palanca, y una placa, que se corresponde con la matriz y las canicas de fuego colocados en sus lugares, baja, cubriendo matriz y canicas. Un pulsador blanco queda descubierto. Lo pulsamos, y la máquina se estremece, con un estruendo poco menos que pavoroso, que seguramente se oyó en todo Riven. Y a continuación se oye el rítmico trabajo de una máquina. Vamos a la rotosfera local, que sigue parada. Marcamos el código en las correderas, pulsamos el botón, y la tapa se abre. El Libro está accesible, y el atril que lo soporta está rodeado de luces encendidas. Y la imagen ¡vive! Tuvimos suerte con la canica elegida (amarilla o azul), al decidirnos por el alfabeto reverso.

  ¿Qué hacer? ¿Usamos el Libro? ¿A dónde nos llevará? El número que está en la tapa, decimal "233", se corresponde con el número de la Era que Gehn considera su despacho. Así, es seguro que con ese Libro nos metemos directamente en la boca del león.

  Pero... ¿qué otra cosa podemos hacer?

  Pues sí, antes de arriesgarnos con Gehn, podríamos investigar la Fisura, dado que ahora conocemos el código para abrir la tapa debajo del periscopio. Así lo hacemos. Vamos a la planicie de llegada, comprobamos que el periscopio sigue activado, y pulsamos los botones acorde al código del Diario de Caterine: 4 - 4 - 3 - 4 - 3 (los números indican cuantas veces hay que pulsar cada botón, el primero 4 veces, el segundo 4 veces, el tercero tres...).

  Ahora podemos abrir la tapa, dejando libre una ventana con un cristal seguramente bastante sólido. Miramos por el periscopio, y vemos muchas estrellas, al parecer con un agujero negro en el centro. Bueno, es una vista realmente hermosa, pero no nos lleva, de momento, a nada. Sólo que deducimos cómo Catherine piensa avisar a Atrus: Dado que éste puede ver, en la imagen de su Libro, precisamente esta planicie, seguramente verá si aquí sucede algo extraordinario, como lo que sin duda sucedería si el periscopio bajara más allá del cristal, rompiéndolo. Según Catherine, esto desencadenaría un revuelo de los grandes, más que suficiente para alarmar a Atrus. Esperemos que por lo menos ese revuelo, que Catherine describe como catastrófico, nos dé tiempo para volver a un mundo algo más apacible.

  Dado que no cuesta mucho (en realidad, nada), volvemos a mirar y revisarlo todo, dando una vuelta por las cuatro islas accesibles. No encontramos nada nuevo; solamente en el laboratorio de TERTIA vimos que faltaban la pipa y el arpón. Al ver esos utensilios en manos de Gehn no descartamos que pudiera tener más que uno. Pero vemos que sigue rondando las islas, y que posiblemente andaba cerca cuando visitamos su laboratorio. Ahora, sólo nos queda tratar de embaucar a Gehn.

  Así, con más conocimientos, intrépidos, valerosos, y decididos a no flaquear ante Gehn y sus maldades, vamos a la rotosfera más cercana, que está aún abierta, ponemos las manitas sobre la imagen, y somos transferidos al mundo creado por Gehn como despacho:

         ERA 233

 

 

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