Historia de los D'ni

Capítulo 4:

Reloj y Calendario

Leo'Ri

Sabemos que los relojes D'ni marcaban un día de algo más de 30 horas terrestres, es decir, que en la Gran Caverna se vivía según un horario distinto que el de la Superficie.


El calendario D'ni conoce 10 meses, y el sistema numérico D'ni va desde el cero [•] hasta el 25 [X], pero este último número parece "fuera de serie"; no sigue la secuencia lógica de base cinco, además, en los números más grandes, como en la Era "233", queda fuera de la cuenta. Esto indica claramente a una necesidad importante de tener un número "25", que equivaldría a nuestro "10" escrito en una sola cifra, cosa que no hacemos. Esa necesidad pudo ser que el mes tenía 25 días, y que se creara el [X] expresamente para denominar ese último día del mes. Por lo tanto, podemos deducir que el año de Garternay tenía 250 días de 30 horas cada uno, y que el año en la Gran Caverna era "similar al de la superficie". Otra posibilidad es que el número [X] , igual a "25", fuera introducido recién en la Gran Caverna , precisamente para adaptar el año D'ni al terrestre, y que en Garternay los meses tenían sólo 24 días. La sincronización de los años D'ni y terrestre tenía su sentido, probablemente debido a que flujos de agua subterránea acusaban influencias de las estaciones en la Superficie. En números concretos, un año D'ni tenía "algo más" de 7.500 horas.

Por otra parte, sabemos asimismo que el cuerpo humano, libre de influencias externas, sigue un ciclo de algo menos de 25 horas, dato confirmado experimentalmente con voluntarios aislados en ambientes completamente exentos de todo indicio relacionado con el día exterior.
Así, podemos asumir que el día terrestre fue distinto en un pasado no demasiado remoto. Pero no sólo eso; sabemos muy bien que el año terrestre sufrió variaciones en el curso del tiempo.

La última variación, por cierto muy importante, está íntimamente relacionada con la fundación de Roma, y con el anteriormente mencionado Cometa Gigante.
Roma, que prosperó tan intensa y rápidamente después de su fundación, no fue la creación de criaturas amamantadas por una loba. Más bien, Rómulo y Remo eran personas adultas, que ya disponían de amplios conocimientos en todo lo relacionado con la gestión de una gran ciudad.
Incluso ya conocían un calendario, que pasó a la historia como "Calendario Romulano". Y aquí aparece otra cifra sugestiva: Este calendario constaba de diez meses, de los cuales seis tenían 30 días, y los otros cuatro, 31, haciendo un total de 304 días, notablemente erróneo. La explicación es simple: Es que esos 304 días habían sido correctos antes de la última aparición del Cometa Gigante. Hay constancia de otros calendarios igualmente erróneos.
Sin embargo, si aceptamos que una semi-colisión con un cometa gigante puede hacer variar el calendario, también hemos de admitir que podrá cambiar el largo del día. Recordemos que en esos tiempos se sabían contar los días del año, pero no había relojes de alta precisión.


Cosa interesante: un año de 304 días y 25 horas diarias tiene "algo menos" de 7.600 horas, lo cual se parece mucho al año de los D'ni en la época en que se asentaron en la Gran Caverna. Dado que por un lado tenemos un día de "algo más" de 30 horas, y por el otro un ciclo interno de "algo menos" de 25 horas, y esos "algos" se multiplican por 250 ó por 304, resulta sumamente probable el que esos dos años fueran, efectivamente, idénticos.

Recién bajo el gobierno del Emperador Julio César Augusto, en el año 46 a.C., se adoptó en Roma en forma oficial el calendario llamado "Juliano", con un año de 365'25 días, incluyendo un año bisiesto cada 4 años. Probablemente, esta ordenanza se basaba en los cálculos de Hiparco de Nicea, realizados en 130 a.C.; y es extraño que Eratóstenes, que vivió de 284 a 192 a.C., ya supiera calcular el diámetro exacto de la Tierra, pero que recién un siglo después se supiera definir la duración de un año. La explicación es que se necesita algún tiempo en determinar el nuevo largo del año...
En honor del Emperador Romano se incluyeron los meses JULIO y AGOSTO (recordemos, de paso, que son nombres de nuestros meses SEPTIembre, OCTubre, NOViembre y DICIembre, los meses 9° a 12°, derivan de los números SEPTImo, OCTavo, NOVeno y DECImo).

Y en vista de la belleza y exactitud de este calendario y de la semi-divinidad de su imperial creador, se convino que este año de doce meses debía reflejarse en el cielo, y, lógicamente, en la banda central del Zodíaco, formado por las Constelaciones cortadas por la Eclíptica. El problema de que el Zodíaco no estaba dividido en zonas de igual extensión, fue solucionado con mucha buena voluntad, moviendo adecuadamente los límites entre las Constelaciones. Más que buena voluntad fue necesaria para resolver el problema de que sólo había once Constelaciones en el Zodíaco; pero al Escorpión, de hecho una Constelación sumamente extensa, se le amputó una de sus pinzas, dándole ahora el nombre de Libra, como símbolo de la Justicia Imperial, y único signo inanimado del Zodíaco, que, como vemos, no es ni muy celestial ni eterno.

En 1582, el Papa Gregorio XIII firmó una modificación del Calendario Juliano, eliminando el 29 de Febrero en los años terminados en "00", pero dejándolo en los años terminados en "000", siempre que el número de los miles no sea divisible por 4. En este Calendario Gregoriano se saltaron diez días iniciales, para volver a dejar los solsticios en las fechas tradicionales.

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